3 razones para alegrarte de los fracasos
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3 razones para alegrarte de los fracasos

En cualquier profesión, es inevitable que en algún momento te enfrentes al fracaso; así que pensar que nunca te despedirán de un trabajo, que no perderás dinero en un negocio o nunca dudar si escogiste la carrera correcta es una manera poco realista de afrontar este gran juego que se llama vivir.
En este gran escenario de la vida real, deberíamos ver el fracaso como lo vemos en un videojuego: Si fallamos… simplemente lo volvemos a intentar. Así de sencillo; si fallas de nuevo, hay dos opciones: o practicas más, o cambias de estrategia.
En tu vida profesional no debería ser una tragedia enfrentarte al fracaso; de hecho, tampoco debería ser tan trivial como perder en Flappy Bird… ¡Más bien deberías alegrarte cuando te ocurra!
Y no, no hemos perdido la cabeza: aunque te parezca una locura, verás que hay tres razones para sonreír cada vez que fracasas:

Te enseñan tus puntos débiles en el momento preciso

Por supuesto que es positivo desarrollar autoconfianza y proyectarla siempre que puedas, pero con la comodidad del éxito (o que nada salga mal), puedes volverte ciego a algunos errores y debilidades que en algún momento podrían afectar tu desempeño, te provoquen una crisis a gran escala o peor aún: te estanques sin avanzar.

Reaccionar al fracaso
Como la debilidad de confiar en el autoguardado de Excel.
Los fracasos son excelentes para detenerte y evaluar: ¿Cuál fue mi responsabilidad en lo que ocurrió? ¡No tienes que comentárselo a nadie, sólo sé sincero contigo mismo…!, y por lo que más quieras, corrige lo que debas corregir para que no tropieces dos veces con la misma piedra.
La parte Zen…Mientras más fracasos tengas... menos fracasos tendrás.

Te obligan a planificar a largo plazo

Cuando se trata de desarrollar un proyecto en tu trabajo o emprender tu propia empresa (del tamaño que sea, no importa que seas solo tú en la mesa del comedor), es normal que al principio tu estrategia sea reactiva: reaccionas a los problemas en función a como llegan. Pero ¿Cuánto tiempo puedes durar así?
Un fracaso te enseña dos cosas: a planificar mejor, a perfeccionar tus procesos actuales (para que el problema no vuelva a ocurrir) y a prever este tipo de emergencias en un futuro. Defínelo como un bote salvavidas, por ejemplo: Quizá después de una mala experiencia en el mar no puedas salir sin uno… pero al mismo tiempo, esa mala experiencia te enseñó a ser más precavido, y nunca tengas que usarlo.
reaccionar al fracaso
Mal ejemplo.

Te enseñan a hacer de los fracasos parte de tu cultura (¡Aunque pueda sonar descabellado!)

Descabellado es que el fuego pueda, literalmente, combatirse con más fuego, o que el arte de romper ladrillos con la mano (o con otras partes del cuerpo), se fundamente en fracturas y lesiones controladas de los huesos para endurecerlos hasta niveles sobrehumanos.
Así funcionan los fracasos con tu experiencia profesional. Aunque al principio no entiendas cómo puedes aprender de ellos (quizá estés muy ocupado tratando de resolver su impacto en tu vida), a medida que pase el tiempo y veas hacia atrás, notarás dos cosas: el problema no era tan fiero como se veía, el fracaso no fue tan estrepitoso, y si te pasara algo similar ahora… reaccionarías con más calma que entonces, confiado en que esta vez también saldrás airoso.
Haz del fracaso parte de tu cultura; si nunca te estrellas es porque nunca te arriesgaste, ¿Cierto? y recuerda que no eres una escultura de porcelana; eres un ser humano como cualquier otro… con el insólito potencial que tenemos para adaptarnos y endurecernos.¡Éxito!


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